Todavía hacía frío, y las nubes estaban instaladas en el cielo desde hacía demasiados días. Cenaron con una botella de vino y el sueño les llegó pronto a la cabeza. Se despertaron tarde, con una sonrisa en los labios, sintiendo que se tenían cerca, que la puntita de sus pies podía rozarse en cualquier momento. Hacía poco que soñaban, a escondidas, en escapar a un lugar donde pudieran estar solos.
Cogieron el coche y se marcharon sin saber muy bien donde. El lugar era lo de menos. Las nubes del día anterior desaparecieron, y un delicioso sol, casi de primavera, lo inundó todo con su maravillosa luz y su calor.
La playa estaba desierta. Pequeña, escondida. La arena estaba fría, y las olas llegaban a la orilla gritando con fuerza. Se tumbaron sobre la espalda, y cerraron los ojos, escuchando su silencio.
Se descalzó y se acercó a la orilla. Los dedos de sus pies jugaban a levantarse cada vez que una ola se acercaba demasiado. Se giró para mirarla. Estaba distraida jugando con un mechon de pelo mirando al infinito. La última ola le alcanzó y un escalofrío le sacudió de los pies a la cabeza. Volvió a su lado y se sentó a su vera, muy cerquita. Le besó dulcemente en la mejilla.
El día pasó deprisa. La noche les alcanzó sentados en la vieja cama de una pequeña habitación fría y tal vez desconocida. El calor de sus cuerpos crecía bajo las sábanas.
Cerrados los ojos, con el murmullo del mar en su cabeza, le dijo que le quería.
2 comentarios:
És molt bonic! Me alegro de que hayas dado este paso y empieces a compartir yus escritos. Pero, por favor, no lo abandones.
Qué maco no? Ho trobo molt poètic, més que prosa és poesia, almenys a nivell conceptual. Enhorabona.
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