miércoles, 29 de abril de 2009

a oscuras


Te levantas de la cama y a oscuras lloras agachada contra la pared azul de tu habitación. Las rodillas dobladas, sentada sobre tus tobillos. Te tapas las orejas para no escuchar, para no oír los gritos que sacuden las paredes.

Tarareas mentalmente una canción de cuna cada vez más alto y no consigues apagar los insultos que retumban en tu cabeza.

Aprendes demasiado deprisa mientras enmudeces. Tu silencio te mantiene a salvo. Has aprendido a acallar los suspiros de dolor y a serenar el llanto.

Nadie sabe fuera el dolor que sufre tu pequeño corazón. Nadie imagina siquiera porque tu mirada se apaga.

Tu cuerpo pequeño y frágil espera con ansia y esperanza el día que esto termine.

Y creces. Y huyes. Y te vas lejos, muy lejos. Sales por la puerta que tantas veces ha sufrido su ira y no osas ni girarte para decir adiós.

Amas las palabras dulces y gastas tu dinero para olvidar los gritos.

Un día no muy lejano tus ojos chispearan y sonreirás al mundo, pero nunca podrás borrar las heridas que surcan tu blando corazón.