martes, 17 de febrero de 2009

esconderse bajo las sábanas


De pequeña ya se escondía bajo las sábanas.
Se escondía cuando tenía miedo para protegerse. Bajo ellas los monstruos que habitaban su habitación no podían verle.
Todos los días su madre le besaba la mejilla y le arropaba antes de cerrar la luz y desearle felices sueños. Siempre le pareció un momento dulce y aborrecible.
Empezaban a cuchichear cuando se quedaba sola y nunca podía entender nada.

Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! – le llamaba minutos después

Se sentaba a su lado, cogida de la mano, y escuchaba en silencio, pero ella nunca oída nada.
Acurrucada bajo las sábanas el miedo se hacía más pequeño, y el sueño le hacía los párpados cada vez un poco más pesados. A veces se despertaba sin apenas haberse dormido y maldecía que se hubiesen instalado justamente bajo su cama. ¡Con la cantidad de habitaciones que hay en el mundo!

No recuerda el día que dejó de oírles. Imagina que se aburrían y decidieron marcharse a algún lugar donde poder dar más miedo. Los monstruos están hechos para ello.

Pero hay algo que nunca dejó de hacer.

Con un ojo siempre abierto antes de que el sol entre por la ventada, se esconde cerquita de su pecho, casi sin tocarlo, para poder saborear, posiblemente, el mejor momento del día. ¿Hay algo más bonito que esconderse juntos?

1 comentario:

Marta Parreño dijo...

Esa niña que veía monstruos que los demás no veían me recuerda a una que yo me sé y que las dos conocemos. Pregúntale a diciembre por las personitas blancas...